A través del juego espóntaneo que se propicia en la sala de psicomotricidad, la estructura de la sesión y la intervención del psicomotricista se consigue potenciar todas las habilidades presentes en lo niños con TDAH, así como, beneficiar la aparición y el entrenamiento de habilidades nuevas.
Conocer, explorar y vivenciar con placer su propio cuerpo les ayuda a construir una imagen de si mismo ajustada y equilibrada. Los estímulos sensoriomotores (quinestésicos, propioceptivos y laberínticos) estimulan el sistema vestibular y les hace tomar conciencia de su propio cuerpo. La relación con sus compañeros de grupo así como con el psicomotricista, mediada en ocasiones de conflicto, les enseña a descubrir habilidades de relación que no sabía que tenian.
Se han encontrado mejoras significativas en las siguientes habiliadades:
-Coordinación dinámica general y viso-motriz.
-Equilibrio.
– Habilidades manipulativas.
-Atención sostenida.
-El control de impulsos.
-La función ejecutiva.
– Tolerancia a la frustración.
-Autoconcepto y autoestima.
Alba García